miércoles, 11 de diciembre de 2013

Por aquí les dejo esta que me encontré y me gustó mucho, además les recomiendo dos películas de este director para las vacaciones de nuestro cine foro:
La Comunidad.  Alex de la Iglesia. 2000
Crimen Ferpecto.  Alex de la Iglesia. 2004


jueves, 31 de octubre de 2013

A PROPÓSITO DEL ÁNGEL EXTERMINADOR.


Buñuel, el último de los surrealistas clásicos del cine, usa en sus películas elementos típicos de esa escuela: asaltos a la lógica, visión y espacio.  Estas desviaciones de la racionalidad son en algunas de sus películas establecidas desde la premisa o concepto fundamental que guía la trama.  Mientras que en  El Discreto Encanto de la Burguesía la trama gira alrededor de unos invitados a comer que no logran comer, El Angel Exterminador se construye alrededor de una premisa simple: una comida de la sociedad burguesa donde los invitados son incapaces de salir.  

Buñuel toma esta idea y a su alrededor construye una macabra sátira social que anticipa los reality shows contemporáneos, Buñuel logra de una manera muy acertada encerrar a miembros de la alta sociedad en una olla a presión el tiempo suficiente como para que tengan que alejarse de lo políticamente correcto y, cuando los recursos escaseen y la tensión aumente, comiencen comportarse como lo que realmente somos: ratas en un estudio de sobrepoblación. 

El Angel Exterminador toma de la indeterminación irracional para retar preconcepciones que son tomadas como necesidades naturales o dadas por hecho.   Cuando se le preguntaba por la explicación o simbolismos detrás de los eventos extraños en la película, Buñuel igualmente se rehusaba a profundizar. En sus palabras: “Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente.  Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna.”  

Los invitados a la fiesta simplemente no se pueden ir.    No hay una fuerza física o nada tangible que les impida salir, más bien un terror compartido por todos que los paraliza y los obliga a quedarse juntos en el mismo lugar.   Esta fuerza aisladora es compartida no sólo por los que están dentro sino también por los de afuera:   Los criados huyen precipitadamente de la mansión antes de que comience la fiesta;  el mayordomo, a mitad de camino entre la burguesía y los criados, es atrapado también;  y las personas fuera de la mansión, que convierten la situación en una especie de sensación mediática, son incapaces a su vez de entrar a rescatar a los que dentro están enclaustrados.   

Finalmente, el grupo logra salir del encierro, sólo para ser capturados de nuevo dentro de grupos progresivamente más grandes hasta abarcar la totalidad de la sociedad, incluidos los espectadores.   

La incoherencia de la película es finalmente la forma como Buñuel juega con el absurdo mismo de la vida.   El carácter lúdico del tono de la película se manifiesta claramente en el uso de la repetición de escenas y diálogos, unas 20 en total.  Para que el absurdo de la película funcione se requiere que la base sobre la que se fundamenta sea lo más real posible, es decir, que la película misma y sus personajes se tomen en serio.  Técnicamente esto requiere de una narrativa visual clásica, sin saltos de continuidad ni irrupciones, excepción hecha de las repeticiones, que pongan en duda la realidad misma de la situación.   

A pesar de la insistencia de Buñuel en que la película no tiene explicación, aparte del absurdo de la premisa es inevitable encontrar sugerencias políticas, psicológicas y sociales tales como el aislamiento físico y emocional de la burguesía y su incapacidad de sobrevivir sin la servidumbre, el ritual como entrenamiento en coherencia narrativa y afirmación de la distinción de clase; o el carácter supersticioso y peligroso de la religión.  Cualquiera de estas interpretaciones puede llevar a acusar a Buñuel de comunista, asocial o hereje.  Lo irónico es que ninguna de esas categorías funciona porque ellas mismas reducen el mundo a algo comprensible, precisamente aquello opuesto al arte de Buñuel.  El Angel exterminador es como ningún otro film, al igual que Buñuel. 


Guión y Dirección: Luis Buñuel
Fotografía: Gabriel Figueroa
México, 1962

domingo, 10 de febrero de 2013

CAMILLE CLAUDEL

Barro, Piedra, Soledad, Encierro.

 
"Les he recibido cojeando, con un abrigo viejo y raído, y un sombrero, también viejo, de la Samaritaine, que me caía hasta la nariz.  En fin, era yo.  Recordaran a su tía anciana y loca.  Así apareceré en su recuerdo, dentro de un siglo…"
Camille Claudel. Domingo, 4 de abril de 1932
 
 ¡Camille!  ¡Camille!
Ya nadie toca a tu puerta.  Ya no hay puertas.
Ya el cincel no es música, sólo silencio  ensordecedor.
 
 
No son pocas las historias bien y mal contadas, sobre mujeres perdidas en la locura de su amor, de su arte, de su época.  Mujeres cuyo principio creador les rebaza y cuya sensibilidad se emparenta con desquicio.
 Camille Claudel aparece en la película de Bruno Nuytten (1988) como la musa, la amante,  de Auguste Rodan,  pero sobre todo, se resalta en ella su pasión por la escultura, ese arte  encerrado en una losa o piedra, esa imagen detrás del mármol que encierra los secretos del artista y que sólo se deja ver tras el dolor del golpe del cincel.   Pareciera que este fuera ya el sino anunciado para Camille:  el encierro.
 Con una madre no materna, un hermano ocupado en  poesía y principios religiosos y un padre quien deposita en ella mucho más que expectativas y exigencias, Camille  vuelca su pasión en quien comparte su arte:  el escultor Auguste Rodan.  La escultura los une como entrelazados se muestran los cuerpos en sus obras de yeso, mármol y bronce, pero el amor los separa en tanto el amor de mujer humana en poco se parece al amor de musa. En tanto que los requerimientos del corazón se distancian de los ideales de lo establecido  y de la razón.  También pienso que los separa las vías, las formas y el sentido de su creación.
 Hay algo que nos es difícil tolerar a las mujeres: el desamor, que se convierte en desalojo del alma propia para habitar el vacío de lo imposible.  La tierra que se levantó en las manos de Camille no fue suficiente para sostenerla del dolor de la pérdida.  Su arte, su obra, en un momento fue sustento y luego, pena.  Y los  dolores del corazón en una mujer desnutren su fuerza creadora y pueden encaminarla hacía la desolación.
 Creación y destrucción para huir del dolor del abandono y del no reconocimiento.  Fuga hacia la soledad para encontrar la propia voz, la propia forma.  Silencio que se hace encierro, como lo expresaría en algunos apartados de sus cartas desde el manicomio :  "...Se me reprocha (¡espantoso crimen!) haber vivido sola…"  (Anne Delbée.  Camille Claudel).
 30 años de encierro, ya no por su propia elección sino exiliada.  La piedra que otrora expresó belleza y movimiento,  se convirtió  hasta el final de sus días en muro de encierro y soledad.
 
Ángela P. Ramírez