jueves, 16 de enero de 2020

VIVA LA LIBERTÁ

De qué sirven las palabras de un hombre cuando, al hablar, quien le oye ya no siente nada? Cuando él mismo no encuentra algo que sea digno de nombrar?

Recuerdo que alguna vez me sentí feliz cuando el candidato de mi preferencia ganó la alcaldía de la ciudad; hasta sentí el impulso de escribir para felicitarle. Hoy sé que debí lamentarlo; debí saber que un hombre corre el peligro de perder su alma cuando se hace al poder, cuando estar en el centro de la opinión pública le obliga a pulir el discurso pero le lleva a olvidar su palabra. Debí recordar que un hombre de conocimiento es capaz de perder un amor para salvar un argumento.

“El honorable”, personaje público que escapa al quedarse sin palabras, porque lo que sale de su boca ya no nace en su corazón; Enrico, hombre atormentado que busca en su pasado una mirada cómplice que le traiga de vuelta para reintegrarse en presente.


Giovanni, escritor tras la sombra del anonimato para no importunar con la claridad que le ha llevado al aislamiento. Un hombre elocuente capaz de usar las palabras que perturban la realidad y sacuden de la monótona mediocridad. Palabras que nos recuerdan qué "la única alianza posible es con nuestra propia conciencia" y qué, quizás, lo que hace falta es imprimirle a la verdad pasión, mucho amor y un poco de locura.

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